1.14.2018

Vienen las águilas

Esa mañana llegaron los nuevos inquilinos de la casa de enfrente. Un matrimonio que aparentaba rondar la treintena, ambos de buen parecer. Los trabajadores de la empresa de mudanzas pasaron horas portando los muebles y pertenencias de la pareja hasta el interior de la vieja casona. A media tarde el resonar de un par de golpes me hizo interrumpir la lectura en la que estaba inmerso. Bajé las escaleras en dirección al recibidor y atendí a los visitantes, que no eran otros que los recién llegados al vecindario. Se presentaron como Stanley y Evelyn Conner mientras me entregaban una bandejita de pastelillos caseros. Tras hablar un durante unos minutos sobre la zona y su nuevo hogar, nos despedimos cortésmente. Nunca se me han gustado las presentaciones, sin embargo la pareja me resultó afable. No vendría mal tener por fin unos vecinos amables en este barrio de hienas.