10.29.2017

Tiene hambre

Diario de Bran Devlin, capitán del carguero 'Bison' y natural de Cobh, Irlanda.

 

18 de Noviembre de 1903, 6:00 PM

Llevamos casi una semana y aún seguimos varados en Amsterdam. La tormenta que nos alcanzó en el Mar del Norte no solo casi nos mata a todos sino que además ha dejado mi viejo carguero incapaz de hacerse a la mar. Pero bueno, ¿qué es un maldito barco cuando se ha perdido la vida de cinco valientes marineros? Que cruel es el destino... sólo hemos sobrevivido yo y mis tres viejos camaradas de viaje: Thomas Howell y los hermanos Gagnon, Abel y Bruno. Los cuatro juntos acumulamos casi ocho décadas de travesías marítimas y aquí seguimos, con cicatrices y desgastados pero vivos. Sin embargo los cinco jóvenes marineros que teníamos a bordo... todos muertos. Tres cayeron por la borda, otro resbaló y se rompió el cuello al caer y el último murió aplastado por el cargamento que llevábamos a Amsterdam cuando trataba de asegurarlo. Por muchos años que lleve siendo capitán de navío jamás me acostumbraré al sangriento tributo que se cobran los mares de tanto en tanto.

Otra de las pérdidas fue mi antiguo cuaderno de bitácora así que aquí me hallo, tratando de dejar constancia de las penurias por las que hemos pasado recientemente. Nos estamos alojando en una tasca en los muelles, no es el peor lugar en el que hemos estado pero estar ociosos nos está empezando a afectar en el humor. Abel y Bruno, nuestros maquinistas, pasan los días en la dársena supervisando las reparaciones del 'Bison', mientras tanto Thomas y yo estamos buscando un grupo de marineros que alistar para completar nuestra tripulación. Aguardo con ansiedad el momento de poder levar anclas y salir de este lugar, desde que acepté el contrato de transporte que nos ha traído aquí he tenido la sensación de que la mala fortuna se había cernido sobre nosotros e incluso tras haber completado este trabajo sigo teniéndola y algo me dice que algo oscuro nos acecha en esta ciudad.

19 de Noviembre de 1903, 4:30 PM

Parece que por fin la diosa Fortuna se acuerda de nosotros. Durante nuestro vagar en busca de marineros un mercader se ha acercado a nosotros y nos ha ofrecido un jugoso contrato por llevar un gran cargamento de telas a Estocolmo. Mi temor era que no pudiésemos salir a tiempo para realizar la entrega en el plazo acordado y por tanto tuviésemos que rechazar el acuerdo, pero una hora después el bendito Bruno se nos acercó con buenas noticias: tendríamos el barco listo para zarpar en dos días. Por lo tanto ahora mismo nuestra prioridad es reunir a un grupo de individuos dispuestos a navegar con nosotros.

20 de Noviembre de 1903, 9:00 PM

Ya tenemos nuevos miembros en la tripulación. Ha sido esta misma tarde, estando ya a punto de retirarnos a nuestro alojamiento, cuando un grupo de lo que parecían ser curtidos marineros se nos acercó. La fortuna nos sonreía de nuevo ya que eran cinco, justo la cantidad que necesitábamos. Odio cuando se te acerca un banda de ellos y tienes que rechazar a parte de ellos porque no puedes permitirte coger al grupo completo; siempre he creído que gran parte del éxito en nuestro negocio se debe a los lazos de confianza que nos unen a nuestros camaradas y cortar esos lazos me produce tristeza.

Estos marineros venían de servir durante varios años en otro navío mercante pero, por desgracia, el dueño falleció y ellos se quedaron sin empleo. Desde luego su aspecto delataba que habían llevado la vida del marino: cicatrices aquí y allá, gesto duro, piel desgastada por el salitre y el sol, el cuerpo cubierto de tatuajes... son la viva imagen de unos lobos de mar. Así que podremos contar con una banda experimentada de tripulantes y no una pandilla de grumetes. Aunque no todo iba a ser positivo, todos ellos son holandeses y solo habla en un inglés fluido el que parece ser el cabecilla, un tal Lars Rutten también conocido como 'Sabueso'. Así que hasta que se hagan al idioma tendré que usar a Sabueso como intérprete.

Mañana volveremos al Bison y nos dedicaremos a dejarlo listo para la travesía con destino a Estocolmo. Una vez hayamos terminado de reacondicionar el navío llenaremos las bodegas con las mercancías y partiremos lo antes posible aprovechando que las previsiones auguran buenas condiciones para la navegación.

22 de Noviembre de 1903, 7:00 PM

Ya estamos rumbo norte en alta mar. El día de ayer fue duro: cargamos nuestras pertenencias, limpiamos la cubierta e interiores del navío, revisamos cada parte de la maquinaria... Todo esto resultó tan extenuante que no encontré la fuerza de voluntad necesaria para registrar nuestras actividades del día en este diario.

Hoy, a primera hora de la mañana, los nuevos miembros de nuestra tripulación se encargaron de asegurar las mercancías en la bodega con ayuda de los mozos de carga del mercader que nos ha contratado. Su desempeño en las tareas que han realizado ha sido excelente, demostrando que realmente tienen experiencia como marineros y que lo suyo no era una simple fachada. Bajo la dirección de Sabueso los cuatro marineros holandeses se movían en armonía con la facilidad que otorga el trabajar codo con codo durante años. En un par de horas teníamos la bodega llena y preparada para el viaje. Firmé los documentos de la jefatura del puerto de Amsterdam y pagué por los servicios de la dársena de la ciudad, hecho esto levamos anclas, por fin, rumbo a nuestro nuevo destino.

El resto del día los hemos pasado inmersos en la rutina que conlleva el navegar, nada digno de ser destacado ha surgido durante el transcurso de las horas. El casco parece mantenerse firme, los motores siguen rugiendo alimentados por el carbón, el timón no presenta signos de desvío o mal funcionamiento. Todo va como la seda, parece que es cierto eso de que la suerte nos sonríe a los irlandeses en momentos de necesidad. No puedo decir los mismo sobre los galeses al parecer, Thomas a pocas horas de comenzar el viaje se golpeó en la rodilla y desde entonces yace tirado en el camarote común. Le ha salido un buen hematoma... bueno, el viejo Howell siempre ha sido un hueso duro de roer, seguro que para mañana ya estará merodeando por el barco soltando a diestro y siniestro su infinito repertorio de chistes malos. Solo espero que deje tranquilos a los hermanos Gagnon, no les ha sentado muy bien que los trabajadores de Amsterdam hayan puesto sus manos sobre sus queridos motores, a veces parece que tratan a la maquinaria del Bison como si fuera su propio bebé.

23 de Noviembre de 1903, 11:00 PM

¡Maldita sea! ¿La suerte de los irlandeses? ¡Y una mierda! Llevamos dos horas parados en mitad del Mar del Norte con los motores parados por completo. Abel y Bruno no son capaces de encontrar la causa de que hayan dejado de funcionar tan repentinamente. Y no solo tengo que lidiar con estar parados en mitad del maldito mar, los hermanos están tan frustrados y enojados con la situación que no paran de correr de un sitio a otro de la nave gritando a voz en grito palabras malsonantes en francés y poniéndonos incluso más nerviosos al resto de la tripulación. Si he aprendido algo a lo largo de los años que he trabajado con los Gagnon es que lo mejor es soportar sus ataques de rabia y dejarles a ellos mismos calmarse, una vez se tranquilizan surge el genio que llevan dentro y son capaces de arreglar lo que sea.

Thomas ya se ha reincorporado a las tareas de a bordo aunque no puede hacer gran cosa ya que su puesto es el de navegante y si nuestro barco está quieto como una roca poco vamos a navegar. Los holandeses se han puesto a disposición de los Gagnon y, con la ayuda de Sabueso, han recibido órdenes de revisar cada rincón del navío en búsqueda de algún tipo de fisura o defecto en cualquier elemento mecánico. Así que tengo a dos franceses enrabietados y una manada de holandeses que no entienden nada deambulando como locos por mi barco mientras mi segundo de a bordo me cuenta historias de su infancia en Cardiff. Maravilloso, jodidamente maravilloso.

24 de Noviembre de 1903, 3:30 AM

Son casi las cuatro de la madrugada y aquí estoy, escribiendo en este diario en vez de estar durmiendo o navegando rumbo a Estocolmo. Hace hora y media que uno de los nuevos marineros apareció en mi camarote y me despertó a voces. Obviamente no entendía que me decía pero llegué a entender que algo pasaba en la parte inferior del Bison. Rápidamente me puse a seguirle y en efecto me llevó, nada más y nada menos, que a una fisura en el lateral de una de las bodegas complementarias. Afortunadamente otros marineros ya habían advertido de ello a Abel, quien ya se encontraba trabajando en solucionar el problema cuanto antes. Mientras mis camaradas se ocupaban de reparar la fuga yo me subí a cubierta e intenté divisar si habíamos colisionado contra algo. Por desgracia la oscuridad era insondable y la luna estaba cubierta al completo por oscuras nubes. Cuando Thomas se encontró conmigo oteando la penumbra en busca del origen de la fisura tuvo que soltar uno de sus "ingeniosos" comentarios. "Deja de buscar, Bran. Fijo que el monstruo marino se ha dado a la fuga al ver tu cara asomar por la barandilla". Capullo... y sin embargo es como un hermano para mí.

El problema, en principio, ya está solucionado pero nos ha dejado desconcertados. Comprobamos que la nave estuviese en buenas condiciones y las reparaciones que recibió en Amsterdam parecían haberla dejado impecable. Voy a retirarme a dormir de nuevo, necesito recuperar energías y toda está situación me está afectando a los nervios y no quiero acabar trastornado como mi tío Dunn. Seguro que el amanecer trae buenas noticias consigo. O eso espero.

24 de Noviembre de 1903, 9:00 PM

La buena noticia es que no ha surgido ninguna avería ni improvisto más durante el transcurso del día. La mala noticia es que seguimos aquí parados, en mitad del mar, y no hay signos de avance en las reparaciones. Abel y Bruno han terminado tan desquiciados que han comenzado a desmontar todo el sistema de motores para volverlo a montar y durante el proceso ir comprobando que cada pieza esté en un buen estado. Que estén tardando tanto en reparar el motor les ha afectado tanto que a mediodía hicieron reunirnos a todos y nos juraron por su honor arreglar el motor y sacarnos de aquí lo antes posible. Pobrecillos, me da pena verlos así. Juraría que nunca antes les había notado tan afectados y perdidos como se encuentran ahora. Thomas por otro lado hace lo que puede para mantener el buen ambiente entre la tripulación.

Estar parados me ha dado la oportunidad de conocer mejor a nuestros nuevos compañeros. Bueno, mejor dicho a Sabueso, los otro cuatro no solo no hablan el idioma sino que además parecen ser totalmente herméticos. Todo lo contrario se puede decir de Lars, es sociable, agradable y sorprendentemente inteligente. Sus conocimientos sobre geografía, historia e incluso literatura no dejan de sorprenderme. También hemos estado intercambiando historias sobre nuestros viajes. Otro tema del que charlamos fueron sus tatuajes, Sabueso y su banda parecen ser unos aficionados a ellos. Según me ha contado, cada uno de sus tatuajes simboliza una decisión o una característica que les defina. Por lo que me ha contado hacen esto para nunca olvidarse del pasado y para servir como anclas para sus decisiones. Desde luego se podría decir que son un grupo llamativo. Le fui preguntando sobre el significado de algunos de sus tatuajes. ¿El perro? Su apodo, se lo pusieron porque siempre encuentra el rastro hacia aquello que anhela. ¿La cabeza azul? Una dura decisión que tuvieron que tomar, lanzaron por la borda a un camarada que había contraído una enfermedad contagiosa durante sus viajes por África. ¿El cáliz con una gota de vino cayendo en él? Su forma de ver la vida, no entró en más detalles pero supongo que debe ser una especie de hedonista. ¿El tulipán? Un recuerdo del hogar grabado en la piel. En resumen, parece ser el tipo de marinero que quieres a tu lado cuando la situación se pone fea.

La charla que mantuve con Sabueso fue placentera pero no todo lo que salió de ella fue agradable. Según me contó Lars, sus compañeros estaban nerviosos y ligeramente asustados. Creían que la avería del motor y la fisura se debían a un monstruo marino conocido en Holanda como 'Graal' y que debemos de alejarnos de esta zona, ya que debía de ser donde habita dicho monstruo. Nunca antes había oído sobre ese Graal y eso que me considero un conocedor de este tipo de cosas. Lo importante es que tenemos un sector de la tripulación temeroso  de que estemos siendo acosados por ese monstruo y, sea cierto o no, eso no traerá buenas consecuencias. Ya he estado en situaciones así varias veces y los marineros tienen a perder el juicio cuando la superstición se apodera de sus mentes. Tendré que intentar transmitirles calma para que la situación no se nos vaya de las manos.

25 de Noviembre de 1903, 7:00 PM

El motor sigue sin funcionar. Abel y Bruno están pálidos y extenuados y aún así no quieren descansar. Thomas, Sabueso y yo nos hemos dedicado a intentar calmar el ambiente y así evitar que los supersticiosos marineros pierdan los nervios. El cielo se ha cubierto de oscuras nubes y un viento extraño a comenzado a soplar. La mar se revuelve produciendo extrañas ondulaciones en su superficie. En general todo el ambiente que nos rodea está enrarecido. La moral está por los suelos y, sinceramente, no tengo ganas de seguir escribiendo por hoy.

25 de Noviembre de 1903, 11:00 PM

Abel ha desaparecido. Bruno subió al puente de mando donde estábamos Thomas, Sabueso y yo para preguntarnos si sabíamos algo de su hermano. Lars bajó a la bodega principal a dar órdenes a sus camaradas de que iniciaran una búsqueda de Abel. Llevan un rato buscándole pero no hay señales de él, solo espero que no haya hecho lo que yo creo... He ordenado a Bruno que descanse un rato en su camarote y que no admito un no como respuesta. Su salud, tanto mental como física, me preocupa. Para agravar las cosas parece que se está formando una tormenta, los primeros rayos han caído y han resonado con fuerza dentro del Bison. Puede que a veces incluso a mi me pueda la superstición pero realmente tengo la sensación de que algo terrible se acerca.

26 de Noviembre de 1903, 1:30 AM

Esto es terrible, no sé qué está ocurriendo pero es terrible. Dos de los holandeses subieron a cubierta cargando con el cadáver de Abel. Ya desde el puente de mando pude ver que el cadáver no estaba en buen estado. Dejé a Thomas encargado de vigilar la cabina y salí a cubierta con Sabueso al encuentro del cuerpo sin vida de mi amigo muerto. Sabueso se puso a hablar con sus compatriotas preguntándoles que había sucedido mientras yo, aún incrédulo e impactado por lo que estaba viendo, no dejaba de observar lo que tenía ante mi. El cuello, la zona lumbar, los brazos y las piernas de Abel estaban llenos de marcas de mordiscos. Era un espectáculo horrendo para la vista: jirones de piel por todos lados, sangre rezumando, músculos al descubierto e incluso la carne de las heridas aún palpitando. Una palabra era lo único que resonaba constantemente en mi cerebro, 'Graal'.

Estaba intentando sacudirme el terror que se estaba cerniendo sobre mí cuando Sabueso paró de hablar con el marinero y me dijo:"Heinrich me dice que fueron a buscar a Bruno cuando encontraron a su hermano pero no han podido dar con él, ni siquiera en su camarote. Johannes y Hubert le andan buscando". Ahora soy capaz de relatar esto pero en ese instante mi mente dejó de funcionar. Solo era capaz de mirar al cielo. Un cielo tormentoso que por algún motivo brillaba con un tono carmesí. Un rayo cayó y segundos después el trueno resonó con toda fuerza sobre todos nosotros. Ni siquiera ese estruendo acalló la voz que en mi mente repetía una y otra vez 'Graal'. Graal, Graal, Graal...

Más tarde conseguí serenarme y tomar el mando de nuevo. Llevamos el cadáver al puente de mando donde le cubrimos con una manta. Thomas no pudo aguantar el llanto. Hemos vivido tantas cosas los cuatro juntos... y ahora solo quedamos tres, bueno, quizás solo dos. No quiero ni pensar en esa posibilidad.

26 de Noviembre de 1903, 2:00 AM

El tiempo ha empeorado. El cielo continúa con ese brillo carmesí y los rayos no paran de caer. El viento produce sensaciones extrañas al rozar la piel, soy incapaz de describir la sensación que produce pero con toda seguridad puedo decir que me produce un profundo malestar. Pero lo peor del todo es que parece que se está formando un remolino en el mar, algo que va contra toda lógica en está región del Mar del Norte. Las corrientes marinas se fortalecen y el Bison ha comenzado a desplazarse con ellas. Esto se ha convertido en una pesadilla. ¿De verdad un monstruo marino nos está asediando? ¿Por qué? No tiene ningún sentido. Mi única esperanza es que dentro de una semana lea la entrada de este diario y me ría por haber pensado que una criatura legendaria venía a por mí. Sin embargo la terrible realidad me dice que hay 'algo' que viene a por nosotros. Y ese 'algo' no es de este mundo.

26 de Noviembre de 1903, 5:00 AM

Se acabó, es el final. Se había roto el tabú. Mis amigos están muertos. El Bison se dirige a la boca del remolino, si es que eso es un remolino. Continuamente llueven rayos del sanguinolento cielo que cubre todo lo que abarca la vista desde el barco. El viento alienígena que no viene desde ningún punto cardinal concreto sacude mi viejo navío. Y aquí estoy yo, encerrado en mi camarote con la puerta cerrada a cal y canto, dispuesto a redactar los eventos que han acaecido estas últimas horas.

Tras volver al puente de mando con el cuerpo de Abel los marineros holandeses continuaron con la búsqueda ahora de su hermano, Bruno. Pasaron casi dos horas hasta que vimos subir a cubierta a los cuatro hombres cargando los restos del último de los hermanos Gagnon. Hice ir a Sabueso en su búsqueda con órdenes de que subieran el cuerpo al puente de mando. Si había algo dándonos caza uno a uno lo mejor sería estar todos fortificados en la misma habitación y en caso de aparecer la criatura intentar plantarla cara todos juntos. Los curtidos lobos de mar depositaron el cuerpo junto al de Abel. El estado del cuerpo de Bruno era incluso peor que el de su hermano. Los mordiscos habían profundizado tanto en la piel que se podían incluso ver varias costillas, el fémur, la clavícula, el cúbito o la tibia roídos. Aquello no era un cuerpo, eran los restos de una carnicería.

Me sentía superado por todo este panorama. El culpable de todo esto era sin lugar a dudas un monstruo. Intentaba dar a luz un curso de acción para salir de este atolladero pero mi mente estaba entumecida ante tanto sinsentido. Sin embargo algo dentro de mí se estaba comenzando a remover. Mi cerebro se encontraba aturdido pero mis otros sentidos estaban colaborando con mi subconsciente. Graal. Graal era una palabra neerlandesa. Sí. Estaba seguro de eso. Y yo conocía su significado, o al menos lo conocía hace una década. Había algo más, había piezas que no encajaban en este escenario. ¿Por qué los marineros holandeses tan temerosos del Graal se mostraban nerviosos pero a su vez entusiasmados? ¿Por qué tenían ese brillo en sus ojos? Mis pupilas recorrían los cuerpos de esa banda de curtidos marineros. ¡Ahí estaba la conexión! Una mano, un antebrazo, otra mano, un gemelo y una garganta. En esas partes del cuerpo tenían Sabueso y su banda un grial con una gota de vino cayendo. ¿Grial? ¡Eso era! Graal significaba grial. ¿Que es eso que tiene el rubio de ojos verdes en su boca? Es... ¿un trozo de carne? ¿Y por qué aquél otro tiene la barbilla manchada con un poco de sangre? Oh, ahora entendía el tatuaje que compartían. Aquella gota que caía en el grial no era vino, era sangre. Sangre de su misma especie.

Mi cerebro seguía dormido a causa del terror que había invadido al Bison pero mi subconsciente se cansó de esperar a que espabilara e irrumpió con toda su fuerza en mi mente. Entonces lo vi todo claro, y esa grotesca revelación fue tan nauseabunda que no pude ocultar mis emociones. Grité: "¡Thomas, corre! ¡Han sido ellos!". El caos se desató en la cabina. Sabueso y dos de sus esbirros se abalanzaron a por Thomas. Otro de ellos se interpuso entre la puerta y yo. El último intento agarrarme pero yo había reaccionado rápido. En el momento en el que había gritado a mi camarada cogí una palanca de metal que había sobre la mesa debido a las reparaciones de maquinaria y sacudí con ella al hombre que me quería dar caza. Me giré en dirección a mi camarada pero era tarde: Sabueso tenía los dedos de la mano hundidos en las cuencas de los ojos de Thomas mientras los otros esbirros le arrancaban a mordiscos la carne del cuello y mofletes. A pesar de esa visión fui capaz de retomar mi huida. Me acerqué al matón que bloqueaba la puerta y le golpeé de lleno en el cráneo con la palanca. Yendo todo lo rápido que mi cuerpo permitía me encerré en mi camarote y cerré la puerta blindada. Desde una de las ventanas podía ver como el barco se dirigía lenta pero constantemente hacía la boca del remolino que se había formado fuera. Llegado este punto ya había asumido que esto suponía mi muerte, lo que no iba a permitir es que mi cuerpo fuese devorado por una panda de caníbales.

Poco después de encerrarme llegaron a la puerta de mi camarote Sabueso y los tres caníbales restantes. A través del ojo de buey de la puerta nos observamos mutuamente. Entonces Sabueso empezó a hablar: "Cálmese, capitán Devlin. Es usted un privilegiado. Ha sido invitado a participar en el Ritual de la Carne y el Grial, nuestro señor, ya casi se ha manifestado fuera y no querrá hacerle esperar, supongo. Salga, venga con nosotros. Venga y unasé a nosotros en la celebración del Delicioso Tabú.". Algo en sus palabras hacía que resultaran hipnotizantes pero mi voluntad se impuso. Ahora estoy terminando de escribir la desgracia que nos ha tocado vivir mientras a escasos 5 metros de mí, fuera de mi camarote, están devorando los cadáveres de mis compañeros de aventuras y viajes. Les oigo masticar la carne, escupir los dientes y huesecillos, sorber el jugo los ojos... y mientras tanto el barco gira y gira sin parar. Creo que ya hemos abandonado nuestro mundo. Sí, ciertamente creo que esto es algún Infierno y el mismísimo Diablo está ahí fuera, en forma de tormenta extraterrenal. Siento no haber sido un buen católico durante mi vida pero Dios, si es cierto que existes, ayúdame. Te lo ruego.

Este diario fue encontrado en el camarote del capitán en el carguero irlandés 'Bison'. El navío fue hallado en una playa del norte de la península de Jutlandia, encallado en ella, el 30 de Noviembre de 1903. Las autoridades encontraron el barco en un estado lamentable. Todo el casco e interiores estaban comidos por el óxido y el suelo estaba cubierto al completo por sangre reseca. También se encontró en el camarote el cadáver intacto del que se cree es el capitán Bran Devlin en un estado de momificación muy avanzado, lo cual no encaja con las fechas en las que fue visto por última vez en Amsterdam. Esos fueron los únicos restos mortales que se localizaron. Los investigadores han calificado el caso como un horrible misterio en el que es preferible no ahondar.




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